UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE CULTURA COMO 
TÉRMINO POLISÉMICO
Aquí puedes introducir algún texto.

A modo de introducción

     Las palabras significan lo que queramos que signifiquen. Las definiciones otorgadas por los diccionarios, por lo general, cerradas y con sentidos clausurados ya no satisfacen ni se corresponden con la dinámica social y la diversidad de campos de estudios que exigen especificidad y mayor precisión en el uso del lenguaje. Hay términos lingüísticos que por su uso, evolución y  connotación poseen una riqueza de sentido que nos obliga abordarlos desde diversas disciplinas académicas en las cuales son utilizados, a fin de visibilizar la polisemia que dicho vocablo adquiere a partir de los diferentes campos del saber. 

Este es el caso de la palabra cultura, la cual la abordaremos desde el campo de, la antropología, la sociología y la filosofía, con la intención de comenzar a identificar los elementos que se emplean en cada una de estas disciplinas del saber para la configuración conceptual de lo que vamos a entender por cultura en este curso.

Cultura: un acercamiento desde la antropología

En el campo de la antropología el término cultura no ha transitado de manera ilesa, al contrario es desde este ámbito que la polisemia de este  fenómeno manifiesta mayor diversidad de comprensión y de riqueza semántica. 

     Valiéndonos del trabajo de Colombres (2009), en su texto Nuevo manual del promotor cultural, hagamos un ejercicio acerca de algunas de las implicaciones conceptuales de  cultura que se recopilan en dicho texto: «aquello  que  hace  que  valga  la pena vivir»,  «consiste en patrones de y para la conducta adquiridos y transmitidos a través de símbolos»,  «el legado de los acontecimientos con significado»,  «Cualquier   elemento heredado  socialmente»,  «ese todo complejo),  «forma de vida de un pueblo determinado», «fuentes  extrasomáticas  de información,  «ideas y valores tradicionales,  «la conciencia de la raza»,  «la materia  del significado»,   «lo mejor que se ha dicho y sabido «refinamiento individual»,  «Se puede definir brevemente como civilización en la  medida que encarna el genio nacional, «Un conjunto de dispositivos simbólicos», «Un patrón de significados transmitido históricamente, «Un sistema de símbolos y significados»,  «Una manera  de hablar sobre las identidades colectivas». 

     En el caso de Kroeber y Cluckhoholm (1952), después de revisar las 164 definiciones de su tiempo sobre cultura, se atrevieron a proponer la suya:   

"La cultura consiste en pautas de comportamiento, explícitas o implícitas, adquiridas y transmitidas mediante símbolos y constituye el patrimonio singularizador de los grupos humanos, incluida su plasmación en objetos; el núcleo esencial de la cultura son las ideas tradicionales (es decir, históricamente generadas y seleccionadas) y, especialmente, los valores vinculados a ellas; los sistemas de culturas, pueden ser considerados, por una parte, como productos de la acción, y por otra, como elementos condicionantes de la acción futura. (pág. 283).

     La cultura  en definitiva, si se quiere, está vinculada a las ideas y a los valores, a conceptos de moralidad y cosmología, a los aspectos materiales y espirituales que responden a necesidades básicas del hombre y a las necesidades intangibles respectivamente, expresadas por medio de símbolos. En otras palabras, la cultura tiene que ver con todo aquello que tiene que ver con la construcción y delimitaciones de las identidades colectivas (Kuper, 2001).

     Si la cultura está configurada por  todos los conocimientos, creencias, costumbres, técnicas para hacer algo, usos y hábitos propios de un grupo humano o una sociedad específica, ésta va a expresarse y a objetivarse de manera concreta en ámbitos tales como la religión, empleando el mito como modo de explicación; la moral que regula el comportamiento del individuo identificando lo bueno de lo malo; lo jurídico que regula las relaciones del grupo social estableciendo sanciones y restituyendo el daño ocasionado; el pensamiento que muestra la interpretación que tienen los pueblos acerca de sí mismos, del arte , la estética,  su cosmogonía y cosmovisión; el lenguaje como herramienta de comunicación que permite estructurar el pensamiento de un pueblo, y facilitando la construcción de realidades de  conocimientos e identidad. (Colombres, 2009).

     Thompson (2002), por su parte, señala que en el campo de la antropología, el término cultura, puede entenderse y emplearse, por lo menos, de dos maneras, entre muchos otros. Por un lado,  hace referencia a la concepción descriptiva de la cultura, entendida como el conjunto de creencias, costumbres, ideas y valores, así como los artefactos, objetos e instrumentos materiales que adquieren los individuos como miembros de ese grupo o sociedad (pág. 194)

     A partir de esta definición, el término va a emplearse para hacer referencia a la descripción, clasificación y sistematización, del conjunto  de los elementos que allí se hacen presentes, de los grupos humanos de cualquier parte del mundo. En otras palabras, es el uso etnográfico del término, el cual se consolida en el siglo XIX.

Por otra parte, está la concepción simbólica de cultura, la cual descansa en ese rasgo inherente a lo humano de emplear signos y lenguaje, mediante lo cual se crean, reproducen y transmiten los significados de la vida. De allí que la definición de cultura es planteada así por Thompson (2002): 

     La cultura es el patrón de significados a las formas –entre las que se incluyen acciones, enunciados y objetos significativos de diversos tipos- en virtud de los cuales los individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias, concepciones y creencias (pág.197).

En este caso, el énfasis no recae en el aspecto descriptivo, sino en el interpretativo; lo que se busca no es clasificar, sino descifrar los patrones de significado contenidos en el universo simbólico de los grupos humanos. Este acercamiento se ha ido posicionando a partir del siglo XX, enfatizando más el elemento hermenéutico y semiótico que subyace en las manifestaciones simbólicas de la vida humana y en sus múltiples formas de relación.

Cultura: un acercamiento desde la sociología

Nos vamos a apoyar en los aportes de Pierre Bourdieu, por su significativa trayectoria en el campo de la sociología,  quién sustenta sus trabajos bajo dos interrogantes que nos pueden ayudar en la búsqueda de una definición de cultura  por su parte: 1. ¿Cómo están estructuradas —económica y simbólicamente— la reproducción y la diferenciación social? 2.-¿Cómo se articulan lo económico y lo simbólico en los procesos de reproducción, diferenciación y construcción del poder? 

Bordieu habla de la realidad como un espacio social el cual está configurado por  diversos campos y  diferentes tipos de capital que interactúan entre sí, tanto en el ámbito de lo simbólico como en el ámbito de las  relaciones. En este sentido usa la metáfora del mundo de la economía para hacer referencia a la diversidad de tipos de capital que tienen lugar dentro del espacio social: capital económico, capital social, y capital cultural.  El propósito del sistema, según él, es perpetuar los privilegios de una clase hegemónica y las desigualdades que favorecen a dicha clase, monopolizando los diversos capitales, ejerciendo una violencia cultural y simbólica que les permita mantener el poder.

La cultura está determinada, según Bordieu, por una sociedad dividida en clases, las cuales “se relacionan a través de relaciones de lucha”, en la cual una clase dominante se impone sobre otra y  a su vez configura, a partir de sus propios intereses un universo de sentido, de relaciones, comportamientos, gustos, deportes  y espacios que le dan un carácter distintivo a  dicho grupo hegemónico; este universo de sentido se impone al resto de la sociedad como único, loable, deseable, elitista, humanizador, inteligente, pero al cual no todos tienen acceso. Por tanto,   esa representación simbólica y discursiva deviene en el baremo que determina lo que pertenece al mundo de la cultura y todo aquello que está excluido de dicho mundo. 

     En otras palabras la cultura viene a ser todo que se pueda vincular y que es propio de las clases dominantes y por tanto establece límites e identifica como personas “culturales” a quienes han tenido acceso a lo que Bourdieu llama el capital cultural, que no es más que todos aquellos aspectos heredados de la familia, tales como medios materiales, conocimientos, saberes, técnicas, lenguaje, gustos, maneras de trabajar, entre otros. La cultura, como capital heredado y forma de poder, es reproducida en los sistemas educativos legitimando así la dominación y las desigualdades, perpetuando los privilegios de la clase dominante, mostrando la configuración social como natural e irreversible, haciendo que los dominados piensen en las mismas categorías de quienes los dominan.

En este caso lo cultural está referido a gustos, preferencias, comportamientos, comidas, música, deportes, dominio del idioma, reconocimientos académicos, consumos refinados, estilos de vida, lo que se recibe de las familias cultivadas, acceso a la lectura de libros, lugares vacacionales, acceso a las artes, museos, estudios universitarios, conocimientos, habilidades, identidad social, lo cual otorga, autoridad, legitimidad y prestigio a quienes lo posean. La cultura en este caso, está circunscrita al mundo de las clases dominantes,  a su manera de percibir y experimentar la realidad, a sus estilos de vida, gustos,  lugares de recreación y arte, en fin a su hermenéutica y praxis de vida.

Finalmente se puede inferir que el manejo del término cultura en el ámbito de las clases dominantes viene signado por el uso eurocéntrico que se impuso además de su carácter etnocéntrico. Por otra parte,  en cierta manera, por su origen etimológico (proviene del latín cultus, que a su vez deriva de la voz colere, que significa habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración, cuidado del campo o del ganado) y por los aportes de Marco Tulio Ciceron (106 a. C.-43 a.C.) al usar la metáfora del “cultivo agrícola” para hacer referencia al “cultivo para alma”. Esta es la idea que más ha calado en los grupos sociales,  la cultura como un conjunto de conocimientos eruditos, que pueden ser obtenidos por un grupo selecto de personas que “cultivan su espíritu” en la misma medida que los campesinos “cultivan sus tierras”. (Colombres, 2009, Mosterín, 1993)

En consecuencia, las élites sociales monopolizan el fenómeno cultural haciéndolo ver como un elemento propio y exclusivo de quienes han heredado la capacidad y el status para poder ser y pertenecer al mundo de lo “culto”, al cual las grandes mayorías no tienen acceso. (Colombres, 2009; Kuper, 2001).

Cultura: un acercamiento desde la filosofía

En la  filosofía las discusiones, convergencias y diferencias, en torno a la comprensión del fenómeno cultural, tampoco ha estado ausente y la bibliografía  así como los posicionamientos son por demás extensos al respecto. Sin embargo, nos gustaría destacar en este apartado las aristas que desde este campo se han visibilizado y que de alguna manera no se expresan en  el ámbito de la sociología o de la antropología con la misma fuerza.

La influencia de la ilustración es la que va a impulsar a los filósofos a bregar con el término cultura y a ir más allá de los acercamientos tradicionales heredados, pero con la especificad propia de su propio campo y de las exigencias que las circunstancias históricas demandaban.

     Para Miguel Reale  (2013), por ejemplo, la cultura es la realización histórica que tiene lugar a partir de procesos permanentes de objetivaciones cognitivas y empíricas, que a su vez colocan los límites de los ciclos apócales atribuyéndole a cada uno jerarquía y valores. La cultura es “el sistema de intencionalidades humanas históricamente objetivadas a lo largo de la historia o, en otras palabras, la objetivación histórica de las intencionalidades en el proceso existencial." Es evidente en un gran número de acercamientos, desde el campo filosófico,  a la cultura, la influencia hegeliana manifiesta en  la idea de la “objetivación del espíritu”, la cual es un elemento constante que aparece de diversas formas en distintos autores.

En el caso de Marx, la cultura no es más que el resultado que generan las relaciones sociales de producción, la manera como seres humanos se organizan y responden ante la actividad económica. En este sentido la cultura  está inherentemente ligada a las relaciones de producción, que la configuran y determinan, convirtiéndose a su vez en un mecanismo de reproducción de las condiciones que hacen posible mantener y sustentar las desigualdades entre las clases sociales. Sobre la base del pensamiento marxista, en el siglo XX el término cultura se va a vincular con otros tales como ideología y civilización, a tal punto que no es extraño encontrarlos siendo usados de manera intercambiada y expresando la íntima relación que se puede dar entre ellos. El filósofo venezolano Ludovico Silva, recuerda que tanto cultura como ideología se afectan mutuamente de manera dialéctica, pero no deben confundirse como elementos intercambiables.  Él va a hablar de la cultura partiendo del cómo se organizan las sociedades para utilizar los valores de uso, de allí que para él la sociedad capitalista no es propiamente una cultura debido a que ella está fundamentada en los valores de cambio, por lo cual debe considerarse una contracultura que transforma los valores de uso en mercancía. 

     En las las sociedades capitalistas todos los objetos de uso tanto los tangibles como los intangibles deben mutar en valores de cambio para poder tener  utilidad. En consecuencia, para él,  cultura es lo que había en las antiguas civilizaciones y el capitalismo es una contracultura y “lo único que se puede llamar "cultura capitalista" no es otra cosa que ideología.”  En consecuencia para Silva, la cultura siempre ha sido un ámbito profundamente habitado por la ideología de las clases dominantes, de tal manera que ha hecho que la ésta termine haciendo referencia de manera exclusiva de los valores y creencias de  las clases dominantes, donde la ideología se disfraza de cultura para disimular sus verdaderos intereses. (Silva 1982).

     En el caso de Enrique Dussel (2006), a quien en la actualidad se puede ubicar dentro del pensamiento decolonial, va a trabajar el concepto de cultura como conjunto de comportamientos  inherentes a las  actitudes que se tienen ante los instrumentos de civilización sentido viene dado por el universo simbólico y de valores de los grupos humanos, es decir, los estilos de vida que se expresan en la modificación y transformación  del mundo natural. En otras palabras “hay un mundo objetivo de valores, pero hay un mundo de actitudes determinado por aquel”, por lo que hablar de cultura es referirse a cosmovisiones y a actitudes; mientras que civilización, no es más que el sistema de instrumentos y conjunto de soluciones técnica que comparten los seres humanos para resolver sus problemas, aunque pertenezcan a diferentes culturas.

A manera de conclusión

1- Es evidente que el termino cultura está preñado de contenido, lo cual lo hace un vocablo en extremo polisémico, que asume matices y elementos en cada disciplina del saber, propios, de la intencionalidad de cada uno de dichos campos, pero también de cada época desde donde se construyen.

2- El concepto de cultura elaborado por  Edward B. Tylor en 1861, ha servido de base para muchas de las construcciones posteriores, y es evidente su influencia en la evolución histórica que ha tenido el mismo en las diversas disciplinas.

3- Aunque claramente hay divergencias en cuanto a lo que es y no es cultura, también hay que destacar que hay coincidencias recurrentes en cuanto a elementos característicos de la misma tales como que la cultura: a) es parte de la vida humana; no es biológica, se aprende; es objetiva y simbólica, es identitaria en los grupos humanos; es dinámica y evoluciona; se puede usar para ocultar y manipular.

4- Finalmente tengo la sospecha que los acercamiento elaborados desde la antropología han estado orientados más hacia lo que está representado por todo aquello que se encuentra detrás del comportamiento, las creencia y las actitudes humanas, al aspecto etiológico y etnográfico; por otro lado, la sociología ha buscado asumir la cultura enfatizando el presente de las relaciones de lucha y poder entre quienes se autodefinen como los portadores de la verdadera cultura y quienes son víctimas del sistema de clases, su énfasis es más hermenéutico; mientras que la filosofía parece interesarle el fenómeno cultural como futuro, como devenir, más el sentido, el qué significa el fenómeno cultural como herramienta de poder y dominación a fin de  mostrar las utopías de nuevos horizontes y nuevos universos humanos.

BIBLIOGRAFÍA

Bourdieu,  Pierre (1990). Sociología y cultura. D.F, México : Editorial grijalbo, S.A.

_____________ (1998). Capital cultural, escuela y espacio social. D.F.,   Mexico : Siglo XXI editores.

Colombres,  Adolfo. (2009). Nuevo manual del promotor cultural. D.F., México: Consejo Nacional para la cultura y las artes.

David, Filosofía de la cultura. Madrid, España: Trotta,. - Vol. 15

Dussel, Enrique. (2006) Filosofía de la cultura y la liberación. D.F.,  México. UNAM

Kuper,  Adam. (2001) Cultura: La versión de los antropólogos.  D.F.,  México: PAIDOS.

Mosterín, Jesús. (1993) Filosofía de la cultura. Madrid, España: Alianza Universidad.

Reale, Miguel. (2013) El concepto de culturas. Sus temas fundamentales.  En Sevilla Edición de 

Silva, Ludovico. (1982) Contracultura y humanismo.  Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.

Thompson John. (2002) Ideología y cultura moderna. D.F., México: UNAM.