La historia de la violencia en tres tiempos
                                                                                                                                                                   17-09-2014

Juana y Jacinto  vivían en el campo con sus animales,  trabajando la tierra como también lo habían hecho sus padres, hasta que un día por causas desconocidas y conocidas tuvieron que vender sus tierras y animales a una empresa que llegó con máquinas, dinero, y la autorización del gobierno para ponerla a producir más, de hacer una represa y desviar el rio que servía a todos los campesinos por igual. Así que salieron con lo poco que tenían rumbo a la capital para vivir mejor y donde el trabajo abundaba, según habían escuchado

Al llegar a la capital se percataron que no era sencillo tener una vivienda, así que hicieron lo que muchos, construyeron una casita precaria en uno de los cerros que circundaba la ciudad. Jacinto salía todos los días a buscar trabajo pero lo único que encontraba era empleos por día y muy mal pagados que sólo alcanzaba para medio subsistir, así que Juana tuvo que trabajar haciendo limpieza en casa de familia con un salario minúsculo y con un horario extenuante. De esta manera transcurría la vida de esta pareja de campesinos trabajando para  medio sobrevivir en una ciudad que les era extraña y compleja.

La capital vio nacer a los tres hijos de Juana y Jacinto, 2 varones y una hembra quienes crecieron juntamente con la desesperanza de sus padres. No pudieron seguir en la escuela porque el dinero no alcanzaba para comer y tuvieron que salir a trabajar también, la hembra iba a ayudar a su mamá y los varones a su papá. A los 16 años la hembra sale embarazada de su patrón quien bajo amenaza de echar a su mama la obligó a tener relaciones sexuales, igualmente las echaron a las dos. La alegría de ser abuelos se mezclaba con la tristeza de saber que la familia crecía pero los ingresos no, un bebe necesita cuidados y muchos gastos, así que una opción fue irse a vivir con Juan un joven que la cortejaba y que según los vecinos no andaba en buenos pasos, pero ella pensó que con él por lo menos tenía garantizado el sustento y no tendría que depender de lo poco que sus padres obtenían.

Su hermano mayor, Andrés, no le gustaba acompañar a su papa a realizar los trabajos de construcción, mantenimiento o latonería, lo cual causaba no pequeñas peleas entre ellos. Andrés le comentaba a su mamá de su deseo de ser músico, que le gustaba la poesía e incluso el teatro y la danza; pero que también le gustaba la ingeniería y las matemáticas que no  quería eso de estar cargando bloques. Un día su papa llegó  del trabajo y escuchó la conversación y le dijo que no quería maricos en su familia, que prefería un hijo ladrón a marico. Esa fue la última vez que Andrés compartió con sus padres, tras el llanto de su madre recogió lo poquito que tenía y salió a la calle asumiendo su orientación homosexual.

El hermano menor con la ayuda de unos tíos y el trabajo incansable de sus padres fue a parar a Norteamérica, había que evitar a toda costa que siguiera el mismo camino de su hermana o  de su hermano. La dicha de estar en otro país se mezclaba con las actitudes de rechazo y desprecio que le tocaba vivir por tener una fisionomía distinta. Los primeros años tuvo que realizar trabajos que nunca haría en su país, pero para sobrevivir en tierras extrañas hay que hacer lo que sea. No sólo aprendió el idioma sino también lo que significa no tener los ojos azules, ser blanco, sino hispano y hablar inglés con acento.

Mientras tanto Sara tuvo su bebé a quien adoraba y era su única alegría, si su única alegría porque su vida de pareja era un verdadero infierno: su marido  la golpeaba de manera recurrente cuando llegaba borracho o drogado a casa cada fin de semana. Ella nunca lo comentó con nadie porque después ¿Quién la iba a mantener a ella y a su hijo? Fue así como un sábado discutieron  él  la golpeo tan fuerte que le ocasionó la muerte, al llevarla al hospital dijeron que se había caído por las escalera del cerro. Él bebé ahora está con sus abuelos. Ellos se acercaron a la iglesia buscando consuelo o alguna explicación a esta desgracia y el pastor les dijo que no le preguntaran a Dios por qué, sino para qué. Y que Dios siempre tiene un propósito con sus hijos. Salieron pensando en esa manera tan extraña que tiene Dios para mostrar sus propósitos.

Por otra parte, Andrés después de muchos intentos al no poder conseguir trabajo en ninguna parte por su orientación sexual decidió hacer lo que muchos de sus amigos homosexuales hacían para subsistir, prostituirse. No era lo que él había soñado pero era el único trabajo que podía realizar y no morirse de hambre. Así que comenzó a frecuentar lugares de tolerancia y a vender su cuerpo, fue así como un día en un examen de rutina se percató que tenía el VIH. Muchos de sus amigos le dieron la espalda y un día desde un carro un sujeto le disparó y lo mató. Sus padres adoloridos por esta tragedia acudieron a su iglesia buscando explicaciones: Que se podía espera de una persona así, Dios lo castigó por no ser obediente a sus designios, comentó el pastor. 

Mientras tanto Julián hizo todo lo que estaba  a su alcance para alistarse en el ejército de los EE.UU,  allí tendría sus necesidades básicas cubiertas,  además obtendría algo de status por ser parte de uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Después de dos años de alistado fue enviado a Irak a combatir con los insurgentes y terroristas de ese país, y por primera vez no iba detrás de los norteamericanos, sino de primero, porque en la guerra los hispanos son los primeros en el frente de batalla en este ejército. Como era de esperar un día murió en un combate y su cuerpo fue enviado a los EE.UU envuelto en la bandera de ese país. Fue sepultado con honores como veterano de guerra muerto en batalla luchando por la libertad del mundo. Los caminos de Dios son inescrutables para nosotros, afirmó el pastor, una vez que visitó a sus padres al saber la noticia. Debemos agradecer a Dios que su muerte ocurrió por una causa noble de libertad, concluyó el religioso.

Juana y Jacinto regresaron a su rancho añorando su campo, sus animales, el rio, los pájaros y la brisa que los acompañaba en su pueblo. No entendían que había pasado con su familia, se preguntaban qué habían hecho mal, por qué Dios los había abandonado  y parecía no haber respuesta. Mientras subían hacia su rancho unos vecinos vinieron a su encuentro para decirles que al nieto lo había detenido la policía porque había robado a una persona para quitarle un teléfono “inteligente” de última generación y salieron corriendo a la comisaría…