"Te doy
gracias por no haberme hecho pagano,
por no haberme
hecho mujer
y por no
haberme hecho ignorante”
Oración Rabínica
Resumen
La cultura occidental
se ha configurado en estrecha relación con el
cristianismo como religión
dominante, la cual ha promovido la legitimación y reproducción de modelos
patriarcales sustentándolos en su libro sagrado, la Biblia, la cual hunde sus
raíces en sociedades androcéntricas que marcan sus contenidos, como es el caso
del judaísmo. Las aproximaciones de mayor arraigo, que se realizan de las
historias y relatos bíblicos, tienden a producir lecturas fundamentalistas
basadas en un literalismo que sacraliza
las relaciones de injusticia que
privilegian a los varones y objetivizan a las mujeres. Ante esta situación nos
preguntamos ¿qué sentido tiene para las mujeres cristianas seguir leyendo un
libro que naturaliza las desigualdades sociales que las oprime? ¿Cómo
aproximarnos al texto bíblico con otras miradas? En esta investigación nos
proponemos transitar caminos alternativos de intelección bíblica que
transciendan los acercamientos sexistas tradicionales reproductores del
androcentrismo judeo cristiano. Para ello, nos apropiamos de las
herramientas del análisis semiótico para
introducirnos a los universos de sentido del texto a nivel sintáctico,
semántico y pragmático, por lo que el estudio transitó por tres momentos: el
mundo detrás del texto, el mundo dentro del texto y el mundo delante del texto.
Las teorías sobre las que se sustenta este trabajo están representadas por la
hermenéutica de liberación que facilita el acercamiento al texto bíblico desde
subjetividades no convencionales y promueve una lectura del mismo al margen de
las estructuras institucionales; y por otra parte, la perspectiva de género
como posicionamiento que permite la deconstrucción de los contenidos
patriarcales que subyacen en la Biblia como producto cultural. Entre los
resultados obtenidos vale la pena destacar que la Biblia puede ser un
instrumento de emancipación y que ello va a depender de los ojos que miren, de
los silencios que se compartan y de los posicionamientos que se asuman.
Palabras
claves: Patriarcado, mujer, Biblia, religión, masculinidades,
cristianismo
1.
INTRODUCCIÓN
La
civilización occidental ha sido construida, entre otros elementos, sobre la
influencia religiosa del judaísmo y el cristianismo cuyas marcas forman parte
del genoma cultural de las relaciones
que la caracterizan. El libro sagrado del judaísmo es la Torá, conocido
popularmente como el Antiguo Testamento, el cual relata las experiencias del
pueblo de Israel con su Dios; y el cristianismo le incorpora el Nuevo
Testamento, es decir, libros que contienen las experiencias de las primigenias
comunidades cristianas y su experiencia con Jesús de Nazaret. La unión de ambas
experiencias religiosas en un solo libro da como resultado lo que comúnmente se
conoce como la Biblia (Konings, 1995).
La
influencia de este libro en las relaciones de desigualdad entre hombres y
mujeres a lo largo de la historia es indiscutible, debido al acercamiento
literalista de lectura que ha predominado dentro de amplios sectores del
cristianismo, los cuales obvian la
distancia cultural que separa a los escritores bíblicos de los lectores
contemporáneos (Gebara, 2008). Hay que admitir que este documento surge en un
contexto socio cultural y geográfico que no tiene nada que ver con el mundo que
habitamos hoy; sin embargo, por ser un texto que nace en un contexto patriarcal
y que muestra este tipo de organización social “naturalizada”, los lectores
hombres-varones, a lo largo de la historia, lo han usado para legitimar, desde
lo sagrado, las desigualdades entre hombres y mujeres.
Ante la fuerte
presencia e influencia del cristianismo, como elemento constitutivo de la
sociedad occidental y el empleo de la Biblia como dispositivo sagrado de
sustentación del status quo, levantamos las siguientes interrogantes con la
intencionalidad de rescatar las reservas de sentido de carácter emancipatorio
que, como sospecha de esta investigación el cristianismo y la Biblia poseen: ¿Cómo
aproximarnos al texto bíblico, producto de una sociedad patriarcal, de tal
manera que su lectura contribuya a la emancipación de las mujeres y no a su opresión? ¿Cómo
deconstruir las ideas de “sumisión sagrada” que habita en mujeres y varones
cristianos a partir del mismo texto bíblico? ¿Qué tipo de actitud asumió Jesús,
figura fundamental del cristianismo, ante las realidades de violencia y
desigualdades que experimentaban las mujeres judías de su tiempo?
2.
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
1. Analizar el relato bíblico de Juan 8.1-11 en
perspectiva de género
2. Valorar
la actitud de Jesús ante la sociedad patriarcal, según el relato de Juan 8.1-11,
3. METODOLOGÍA
La Biblia es
el “libro sagrado” del cristianismo y ella está constituida fundamentalmente
por relatos e historias, las cuales han sido usadas, por más de dos mil años, como herramientas pedagógicas para la
enseñanza de las doctrinas que fundamentan la fe y las prácticas de vida de los
seguidores de esta religión. La perícopa de la mujer adúltera es una historia
bíblica y como relato representa el “dato” principal que ocupará la atención de
esta investigación, lo cual exige una aproximación metodológica cónsona a la naturaleza de este tipo de “datos”.
Los
acercamientos cualitativos se utilizan para dar cuenta de los significados que
los diversos fenómenos sociales encierran, pero ¿cómo proceder cuando dichos
fenómenos y comprensiones de lo social están vertidos dentro del lenguaje
escrito en forma de relatos e historias? En este caso se requieren
aproximaciones de intelección vinculadas al ámbito de la literatura, tales como la semiótica
que, como disciplina se orienta a la
interpretación de textos-discursivos y al análisis del discurso que como técnica de interpretación se orienta
fundamentalmente hacia el lenguaje verbal escrito, que transciendan los
acercamientos positivistas.
El relato de Juan 8. 1-11
Y Jesús se fue al monte de los Olivos.
Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les
enseñaba.
Entonces los escribas y los fariseos le
trajeron una
mujer sorprendida en adulterio;
y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
el acto mismo de adulterio.
Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a
tales mujeres. Tú,
pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle.
Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Y como insistieran en preguntarle, se
enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella. E
inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
Pero ellos, al oír esto, acusados por
su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Enderezándose Jesús, y no viendo a
nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le
dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. (RV 1960)
Hay que tener
presente que todo texto opera como un tejido conformado por hilos que al “entretejerse” construyen la
estructura semántica que lo nutre y sustenta; en otras palabras, toda narrativa
vertida en símbolos escritos posee niveles de sentidos que se articulan y
afectan mutuamente a los cuales es necesario acceder a la hora de analizar
historias, narrativas, textos-discursivos y perícopas bíblicas (Croatto, 1984).
Estos hilos a que hacemos referencia son: el nivel sintáctico, el nivel
semántico y el nivel pragmático, es decir, los diversos mundos de significados
que tienen lugar en cualquier texto escrito y cuyas conexiones deben ser
identificadas y analizadas con la ayuda del análisis del discurso (Padrón,
1996). La naturaleza de esta investigación nos obligó a optar por la
hermenéutica como método, y por técnicas
de carácter semiótico que nos facilitaron el acceso al mundo detrás del texto
(nivel semántico), al mundo dentro del texto (nivel sintáctico) y al mundo delante del texto (nivel
pragmático) para establecer las relaciones que acontecen, en la historia
bíblica objeto de estudio, como universo de sentido. (Martínez, 2012).
El mundo detrás del texto: el contexto
patriarcal de la Biblia
Hay que reconocer el hecho de que la Biblia
como producto cultural tuvo su génesis, fue asumida como autoridad y además reinterpretada
dentro de una ideología patriarcal, es decir, desde universos conceptuales de
varones quienes ejercían una masculinidad hegemónica caracterizada por el
sexismo y una sexualidad heteronormativa (Henríquez, 2015). En la cultura
hebrea y el Medio Oriente la mujer era calificada como un ser inferior,
excluidas de casi toda la vida pública y social. No estaban autorizadas para
estudiar la Torá por ser consideradas incapaces de poder recibir educación
religiosa. En las actividades cúltica y religiosas estaban separadas de los
hombres y ocupaban lugares relegados, bien sea cinco escalones por debajo del
de los varones, como en el templo, u ocupaban los últimos lugares como en las
sinagogas. La presencia de diez hombres era suficiente para tener una
celebración religiosa, mientras que ellas no contaban, aunque su presencia
fuera de cien (Navia, 1994).
En este sentido la Biblia, aunque sea un texto
de carácter sagrado para el cristianismo, está signada por las huellas del
contexto socio cultural en la cual emergió. De allí que los textos bíblicos
fueron redactados por varones inmersos en una cultura patriarcal, cuya
experiencia y visión androcéntrica es constitutiva del texto bíblico. Por eso,
la Biblia contiene textos que muestran a la mujer en condiciones de
inferioridad respecto al varón, del cual va a depender su subsistencia. En este
tipo de sociedad el hombre actúa como el jefe de la familia y el sustentador
económico de sus hijos, esclavos, esposas y amantes, como bien lo refleja el
libro de Génesis por medio de diversos relatos. Es importante entender este
contexto cultural, porque es allí donde toma lugar el relato de la mujer
adúltera objeto de esta investigación.
El mundo dentro del texto: la arquitectura interna del relato
Una síntesis del relato
El relato de la mujer
adúltera es una de las historias contenidas en los libros de la Biblia que
narran la historia de Jesús, conocidos como los evangelios. La historia inicia
ubicando a Jesús en el templo ejerciendo una labor pedagógica, como era su
costumbre, ante un considerable número de personas que el texto describe como
“todo el pueblo”. En ese contexto llega un grupo de líderes religiosos
conocidos como los escribas y fariseos, encargados de la redacción de las leyes,
y responsables de interpretarlas, con una mujer que ha sido “agarrada in
fraganti” manteniendo relaciones sexuales con un hombre, la cual es colocada
ante Jesús y acusada de adultera. Se le recuerda a Jesús que la ley de Moisés,
marco jurídico religioso del judaísmo, establece la muerte por lapidación parar
este tipo de comportamiento, y le exigen de manera reiterada que tome una
postura ante un delito que ya ha sido sentenciado por los acusadores.
El
narrador describe a Jesús como agachado, escribiendo en tierra y ante la
insistencia de los fariseos y saduceos se levanta y dice que quien nunca se
haya equivocado que sea el primero en ejecutar la sentencia, es decir, en
lanzar la primera piedra. Y posteriormente vuelve a tomar la misma posición
corporal que tenía anteriormente: se inclina, se agacha.
Después
de escuchar la propuesta de Jesús el texto señala, que las personas comenzaron
a retirarse, es decir, tanto los fariseos, saduceos, y otros que se habían
sumado para formar parte de la ejecución. El texto expresa que los primeros en
retirarse fueron los más viejos y después los más jóvenes, quedando así Jesús
sólo con la mujer.
La
historia culmina con un Jesús de pie dialogando con la mujer acusada de
adulterio, que hasta ahora había estado en silencio, y ante la ausencia de
acusadores la mujer es invitada a proseguir con su vida. En resumen, la
historia muestra un juicio popular religioso donde hay una mujer acusada de
violentar una ley, unos celosos acusadores por preservar las buenas costumbres,
verdugos de todas las edades y un juez que al final no condena.
Análisis comparativo de los personajes
|
Escribas/fariseos
|
Jesús
|
Mujer
|
Acciones
|
-Traen a la mujer
-La ponen en medio -Interpelan a Jesús
- Interrogan a Jesús
-
Apelan a la ley de Moisés
-Se retiraron
|
-
Enseñaba al pueblo
-
Inclinado en tierra
-
Escribía en el suelo
-
Se pone de pie y los interpela
-
Se endereza
-
Dialoga con la mujer
|
-
Adulteró
-
Infractora
-
Habla con Jesús
|
Actitud
|
-
Violenta
-
Legalista
-
Hipócrita
-
Tramposa
-
Objetivan a la mujer
|
-
Pedagógica
-
Silencio (2 veces)
-
Sororal
-
Empoderar
-
Subjetiva a la mujer
|
-
Silencio
-
Víctima
-
Sumisa
-
|
Juicio
|
-
Acusadores varones
-
Actúan en grupo
-
Verdugos varones
-
Doble parámetro
-
La ley por encima de la vida
-
Conato de feminicidio
-
Silencian a la víctima
-
Terminan acusados
-
Se retiran
|
-
Juez varón
-
Actúa solo
-
Replantea la actitud ante la ley
-
La ley subordinada a la vida
-
Da la palabra a la víctima
-
Acusa a los acusadores
-
Absuelve a la víctima
|
- Víctima
–mujer
- Esta
sola
- Acusada
- No
se defiende
- La
ley amenaza su vida
- Toma
la palabra otorgada por Jesús
- Es
absuelta
- Toma
de conciencia
|
Estructura del texto
La perícopa
está estructurada en forma de quiasmo y tomando como clave semántica “el
silencio” se puede apreciar la siguiente estructura narrativa del texto:
I. Las palabras de los escribas y fariseos y el
silencio de la mujer
A.
“Esta mujer ha sido sorprendida…en adulterio”
B.
“En la ley Moisés nos mandó a apedrearlas…”
II. El silencio de Jesús ante el silencio de la
mujer
A.
“Jesús inclinado hacia el suelo”
B.
“E inclinándose de nuevo…”
III. Las palabras de Jesús y el silencio de los
escribas y fariseos
A.
“El que esté libre de pecados…”
B.
“Al oir esto…salían uno a uno (en silencio)”
IV. Las palabras de Jesús y las palabras de la
Mujer
A.
Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó?
B.
Ella dijo: Ninguno, Señor
El mundo
delante del texto
Dentro del
paradigma cualitativo el método hermenéutico se presenta como uno de los
caminos a seguir en el proceso de investigación, de tal manera que en este
estudio se optó por privilegiar este acercamiento, por ser el más idóneo y
acorde a la naturaleza de este estudio. Al principio la hermenéutica, o el acto
de la interpretación era una herramienta de uso muy común en el mundo religioso
cristiano, ya que era usada para analizar los textos bíblicos, dando como
resultado dos famosas escuelas de interpretación: la de Alejandría y la de
Antioquía. Aunque originalmente era una herramienta que usaban la
intelectualidad del cristianismo, posteriormente también comenzó a emplearse en
las Ciencias Sociales a través de una serie de etapas marcadas por los aportes
de pensadores tales como Schleiermacher,
Dilthey, Heidegger, Gadamer, Ricoeur entre otros (Cárcamo, 2005).
El proceso
hermenéutico que se da como intento de explicación e interpretación fue
sistematizado por Heidegger por primera vez y se denominó ‘círculo
hermenéutico’, dejando ver que toda intelección se da en una estructura
circular y que además no puede haber comprensión sin una pre-comprensión o un
prejuicio, las cuales se afectan mutuamente para dar lugar a una nueva
pre-comprensión del sujeto (Araya, 1979). El círculo hermenéutico se define
como el continuo cambio de la interpretación de la realidad, en este caso del
texto bíblico, de acuerdo a las diversas
transformaciones que se originan en los individuos y colectivos humanos que ponen en crisis las respuestas
aprendidas. Cada nueva realidad exige nuevas respuestas, nuevas
interpretaciones y así sucesivamente. El círculo hermenéutico exige que las preguntas que surgen del presente sean tan
ricas que obliguen a una ruptura con las interpretaciones tradicionales de la
realidad y que a su vez dichas preguntas propongan nuevos acercamientos al
texto bíblico que suministren nuevas respuestas. Con estas dos
precomprensiones, se puede activar la
circularidad hermenéutica, la cual se puede ilustrar en cuatro momentos: 1) La
manera de experimentar la realidad nos conduce a una sospecha. 2) Contrastar
esa sospecha con sus paradigmas y
fundamentos epistémicos. 3) Identificar datos y contenidos que permitan
experimentar la realidad de manera diferente. 4) Nueva vivencia, con nueva
interpretaciones y explicaciones, que a su vez generen nuevas sospechas.
(Segundo, 1975).
Circularidad
hermenéutica aplicada al texto bíblico
Mirando la historia de la mujer adúltera con lentes de
género
Las actitudes,
comportamientos y conocimientos de los escribas y fariseos, como líderes que
orquestaron este juicio popular religioso, dejan ver de manera muy evidente el
elemento sexista que los caracteriza y que permea todas sus intervenciones en
el relato bíblico.
La ley a la cual
hacen referencia para acusar a la mujer se encuentra en dos lugares del Antiguo
Testamento y reza de la siguiente manera:
Si fuere sorprendido alguno acostado con una
mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y
la mujer también; así quitarás el mal de Israel”. Deuteronomio 22.22.
En el libro de levítico 20.10 la versión es muy similar:
Si un hombre cometiere
adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera
indefectiblemente serán muertos.
No hay dudas en cuanto a la aplicación de la pena en caso de
adulterio: ambos deben morir, tanto el hombre adultero como la mujer adúltera.
Cuando los escribas y fariseos sólo traen a la mujer ante Jesús, para que este
legitime la sentencia que ellos ya habían hecho, y dejan por fuera al hombre
con quien se cometió “el delito”, porque nadie puede adulterar en solitario,
están condenando a la mujer y a su vez exculpando al hombre, el cual no aparece
en ninguna parte del relato ni es mencionado. ¿Dónde está el hombre? ¿Se
escapó? ¿Cómo es que pudieron traer a la mujer y no fue posible traer al
hombre? Es claro que para estos líderes
religiosos el comportamiento adultero de una mujer debe ser castigado con la
muerte como lo establece la ley, mientras que este mismo comportamiento en los
hombres puede pasarse por alto, a pesar de que ambos hayan fallado y en las
mismas condiciones y circunstancias.
La explicación de esta actitud de los fariseos y saduceos
tiene que ver también con otro rostro del sexismo que entiende que la mujer
está llamada ser “fiel y casta”, por lo que una conducta al margen de esta
caracterización es inapropiada y “lógicamente condenable”, mientras que en el
hombre la “fidelidad” y “castidad” no son una obligación, sino una opción,
razón por la cual el hombre adultero en esta historia está invisibilizado, no
por discriminación, sino para salvaguardarlo. En otras palabras, al hombre la
infidelidad le es propia por naturaleza y a la mujer a su vez la fidelidad por
la misma razón, en consecuencia, al primero se le exculpa y a la segunda se le
sentencia, no importa que la ley establezca la misma pena para ambos.
Por otro lado, la mujer que sustenta, no sólo, la ley, sino
que subyace en el imaginario sociocultural de los fariseos y saduceos, así como
en el de muchas personas de esa sociedad, es la de mujer-objeto. En ambos
textos donde la ley se expresa, siempre es el hombre el sujeto de la misma, es
él quien se acuesta con una mujer; es él el que comete adulterio, ella es
receptora, objeto en la redacción, pero también lo es en la realidad. En
consecuencia, eso podría explicar el “trato”, o mejor dicho el maltrato que
esta mujer sufre por parte de los hombres y que se manifiesta en el lenguaje empleado:
trajeron una mujer; poniéndola en medio, esta mujer, tales mujeres.
Este lenguaje de por si violento es una expresión de la violencia física y
psicológica que esta mujer también padeció al ser, probablemente, traída a la
fuerza, semidesnuda y expuesta al escarnio público en medio de una multitud, de
compatriotas, de amigos y enemigos, de familiares y porque no, de sus propios
hijos, donde la sentencia de culpabilidad ya habitaba las mentes de toda la
turba que se disponía a hacer cumplir la ley, cada uno aportando su respectiva
piedra, sólo esperan a que Jesús les dé luz verde, sentencie a su favor.
Vale
destacar la relación que se evidencia en el relato entre el texto legal, en
este caso la ley religiosa a la que se echa mano, con los componentes
estructural y cultural. Las características de la sociedad patriarcal en la
cual el texto fue redactado, así como las que muestra el contenido del relato
como tal, no deja dudas acerca de que en la elaboración de la ley religiosa no
participaron mujeres, porque no tenían derecho a este tipo de funciones, las
cuales estaban confinadas a los hombres-varones y especialmente a los escribas,
que eran como una casta encargada de redactar, copiar y preservar los libros
sagrados (Stegemann, 1995); y la hermenéutica de los mismos era casi una
exclusividad de los fariseos. En este caso los redactores de la ley, los
acusadores, los jueces y los encargados de hacer cumplir la sentencia eran
varones y en su mayoría eran las mismas personas. En otras palabras, eran juez
y parte en este juicio.
Aunque
la ley a la cual se hace referencia en lo formal defiende un trato igualitario
entre hombres y mujeres, los responsables de hacer cumplir dicha ley mantienen
un trato diferenciado, privilegiando al varón y discriminando a la mujer. En
esta sociedad patriarcal las mujeres son objetos de derecho más no sujetos, y
cuando hay alguna ley que de alguna manera revierta esta relación, se
interpreta con ojos de varón desde un androcentrismo que atraviesa, no solo a
las instituciones responsables de garantizar los derechos, sino también de toda
la sociedad que ha introyectada este sistema patriarcal de poder, a tal punto
que se asume como “natural”. No sólo son las personas mayores quienes asumen
este tipo de comportamientos y actitudes, sino que los jóvenes también
reproducen esa lógica patriarcal androcéntrica: “…salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros”. El patriarcado no
respeta edad.
Es posible “mirar” de otra manera: la masculinidad de Jesús
En la metodología que
sugiere Alda Facio hay un paso que es la toma de conciencia por parte de
hombres y mujeres, desde la experiencia personal, de la injusta subordinación
que padecen las mujeres en la sociedad patriarcal impuesta. Este momento de
insight tiene lugar en el relato, en el caso de la mujer agraviada, en el
cierre del mismo por medio del dialogo que acontece entre ella y Jesús.
Refresquemos las últimas escenas de la historia:
Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían
uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo
Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer,
le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella
dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no
peques más.
La actitud de
Jesús, ante la situación de la mujer, es completamente opuesta a la de los
escribas y fariseos; mientras que los primeros están más interesados en hacer
cumplir una ley y aplicarla de manera sesgada, Jesús está más interesado en la
vida y en la dignidad de la mujer, por lo que desmonta el discurso punitivo de
los líderes religiosos y además devela la hipocresía del doble parámetro que
empleaban para condenar a la mujer. La actitud de Jesús no entra dentro de los
patrones de varón que la sociedad patriarcal judía imponía, la forma como vive
su masculinidad es transgresora del androcentrismo hegemónico (Reyes, 2007).
En primer lugar,
Jesús no asume una solidaridad automática con los líderes religiosos, como de
hecho hubiese ocurrido con otros varones, al contrario, la solidaridad
(¿sororidad?) se da es hacia la mujer. El lenguaje corporal de agacharse lo
coloca a nivel de la mujer tirada en medio en el suelo, lo cual ocurre en dos
oportunidades, y curiosamente cuando se dirige a los acusadores lo hace de pie.
En segundo lugar, la
mujer que hasta ahora se había mantenido como un simple objeto del cual se
hablaba, pero ella no decía nada porque que no tenía voz, ahora es capaz de
hablar, de tener discurso, de tener voz propia, de hablar por sí misma. Una vez
que los acusadores son puestos en evidencia y se marchan, Jesús se levanta y
levanta a la mujer y se dirige a ella estando ambos de pie. El lenguaje
corporal de este relato es muy sugestivo en la toma de conciencia y el
empoderamiento de la mujer. Jesús le da la palabra: “¿dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te condenó?”. Los acusadores terminan siendo los acusados y
la acusada termina siendo exculpada. Ahora el silencio es roto: “Ella dijo: Ninguno,
Señor.” Ya no está tirada en silencio en medio de una multitud que la quiere
lapidar, ahora se encuentra de pie, sin acusadores en un dialogo emancipador
con el único hombre que la podía acusar y no lo hizo: “Ni yo te condeno; vete,
y no peques más”.
En
tercer lugar, Jesús devela las injusticias que se esconden detrás de leyes que
se imponen en nombre de Dios, en estructuras sociales que se sacralizan y
practicas deshumanizantes que se naturalizan tras el escudo de la religión.
Además, Jesús demuestra que las sociedades patriarcales no marcan por igual a
todos los hombres y que es posible mirar de otra manera cuando se toma
conciencia de la necesidad de liberarnos de sistemas que oprimen tanto a las
mujeres como a los hombres; que los modelos de masculinidad hegemónicos pueden
fracturarse cuando los hombres y las mujeres son capaces de mirarse de pie a
los ojos, dialogar y asumen caminos alternativos donde las leyes, incluso las
sagradas, se subordinan a la dignidad de
las personas y no viceversa.
Jesús,
como varón, no sólo está consciente de las injusticias a las que el sistema
patriarcal ha sometido a esta mujer en nombre de leyes sagradas; sino que es
capaz de encarnar una masculinidad alternativa que fractura las masculinidades
hegemónicas y resignifica las relaciones de género a partir de una nueva
mirada. La propuesta de esta nueva masculinidad queda expresada en la actitud
de Jesús al rechazar la lógica del sistema patriarcal, al desacralizar la ley
que se quería aplicar, al desnudar la doble moral con la que interpretan las
relaciones de género, restituyendo a la agraviada acusando a los acusadores y
finalmente dando la palabra facilitando los procesos de toma de conciencia que
puedan reorientar la vida de las mujeres hacia realidades de justicia.
4.
MARCO REFERENCIAL
4.1. Hermenéutica de liberación y lectura popular de la Biblia
El texto bíblico es
un elemento constitutivo del cristianismo cuya lectura es una práctica
generalizada en las diversas comunidades eclesiales tanto católicas, como
protestantes y evangélicas, las cuales fundamentan en el estudio de la Biblia
muchos de sus posicionamientos, creencias, comportamientos, acciones y
actitudes vinculadas no solo al ámbito de lo trascendentes sino también a la
dinámica socio histórico. La influencia de la Biblia no se circunscribe sólo
a sus asiduos lectores, sino que esta
alcanza a la cultura occidental como un todo, incluyendo a quienes ni si quiera
en su vida han pisado una iglesia. El cristianismo es constitutivo de la
modernidad, es parte de la matriz de poder que se instaló desde el siglo XV en
lo que hoy se conoce como América Latina, de tal manera que el cristianismo
permea la vida de todos y todas directa o indirectamente.
La
Biblia ha sido usada para legitimar relaciones injustas de poder, donde la
mujer no ha estado exenta, y cuya lectura ha servido de instrumento para darle
un sentido de sacralidad al orden patriarcal, propio de la modernidad. No obstante, a partir de la década de los 60
comienzan a tener lugar en América Latina complejos fenómenos de carácter
emancipatorios y de rupturas epistémicas que permearon diversos ámbitos
culturales tales como lo económico, social,
político y por supuesto lo religioso. Nace una nueva aproximación al
cristianismo con la teología de la liberación, la cual se articula a la par de
una nueva propuesta hermenéutica que va a emerger de sectores marginados y
excluidos, para quienes el texto bíblico dejó de ser un libro de una élite de expertos
para dar lugar a una lectura popular de la Biblia de carácter emancipatorio.
El
biblista chileno Pablo Richard (1988), ha sido uno de los que más ha aportado
en cuanto a la sistematización de la hermenéutica de liberación como
teorización de la lectura popular de la Biblia, la cual es una práctica que
acontece al margen de los espacios institucionalizados que busca leer desde la
experiencia de los empobrecidos para discernir la presencia de un Dios
liberador en dicha realidad. La hermenéutica de liberación se diferencia de las hermenéuticas
tradicionales, impuestas históricamente, en el siguiente aspecto: el sujeto
hermenéutico, el proceso hermenéutico y la ruptura epistémica hermenéutica. En
consecuencia, en esta hermenéutica de liberación tiene lugar la irrupción de
nuevas subjetividades que emergen desde las periferias sociales o sujetos
subalternizados tales como el pobre, el obrero, los indígenas, el campesino,
los negros y también las mujeres, planteando acercamientos al texto bíblico
totalmente diferenciados a las hermenéuticas hegemónicas y de los sujetos que
la ejercen.
Estas
subjetividades emergentes, que tienen
lugar en América Latina van a implicar
una ruptura con el sistema dominante y van a propiciar movimientos donde la
lectura e interpretación de la Biblia ocurre sin mediaciones institucionales y
a partir de la situación social y cultural de los sujetos que viven en realidades
de exclusión.
Históricamente
la dimensión religiosa occidental se ha sustentado en los textos bíblicos y su
influencia en lo socio político es por demás evidente, por lo que si se quiere
propiciar transformaciones sociales estos también tienen que pasar por el
ámbito religioso, especialmente por una transformación en la manera como se lee
e interpreta la Biblia, ya que tradicionalmente esta ha sido sometida a
paradigmas de intelección de carácter autoritarios, patriarcales, racistas y
fundamentalistas que ha neutralizado el mensaje liberador que ella contiene y
legitimado sistemas de desigualdad social. Por eso la idea no es sólo
incorporar temas bíblicos novedosos, sino de superar los paradigmas dominantes
de interpretación, donde se pueda articular los aportes de la exégesis
profesional con los acercamientos que tienen lugar desde la lectura popular de
la Biblia, que pueda aportar en la transformación de la sociedad y la cultura
global. En la investigación que nos compete hay que subrayar que la lectura de
la Biblia por parte de las mujeres ha sido desfavorable y compleja por
profundas marcas androcéntricas acumulados a lo largo de su formación, de allí
que una hermenéutica liberadora que toma como sujeto a la mujeres, debe privilegiar
las relaciones sociales de género como locus de enunciación hermenéutica.
4.2. Perspectiva
de género
¡Todo punto de vista
es la vista desde un punto! Este adagio derrumba el mito de la neutralidad en
relación a la percepción, interpretación, e investigación acerca de los
fenómenos socio cultural y devela las diversas
lógicas hermenéuticas que operan consciente e inconscientemente en toda
actividad humana. En las últimas décadas el tema del género se ha ido
posicionando como una perspectiva-otra desde la cual también es posible
observar, explicar, comprender y transformar la sociedad, en este caso funciona
como un filtro cultural desde donde se mira al mundo (Lamas, 2013).
En
la década de los 30 Margaret Mead ya sostenía la idea, que para la época era
sumamente revolucionaria, en cuanto a que los conceptos de género eran
culturales y no biológicos y que variaban de un entorno a otro; pero va a ser a
partir de los 70 cuando la categoría género comenzará a ser usada por las
ciencias sociales como un constructo social y en la actualidad como un
posicionamiento categorial, la teoría de género, que permite interpretar el mundo de una forma
alternativa (Ferro, 1998).
La perspectiva de género
hace una clara distinción entre las diferencias biológicas entre hombres y
mujeres (genitales, masa corporal, anatomía, etnia, etc) y las de carácter cultural
(asignación de roles, estereotipos, relaciones de poder, comportamientos) en
otras palabras, los seres humanos nacen biológicamente como seres sexuados,
machos o hembras, y la cultura asigna, de acuerdo a los respectivos genitales,
las características propias que le “corresponden” a cada sexo. La cultura donde
se nace marca y condiciona lo que significa ser “hombre” o ser “mujer”, o en
palabras de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”, lo cual
también aplica para los hombres. En este sentido, los modelos de sociedad que
equiparan lo biológico a lo cultural, naturalizan las desigualdades e
injusticias del modelo, y las promueven por diversas instancias e instituciones
tanto de carácter económicas,
educativas, políticas como religiosas
(Ferro, 1998).
La teoría de género como posicionamiento
hermenéutico es una herramienta no
hegemónica que se utiliza para analizar
y comprender la realidad en la que estamos inmersos, para no repetir y promover
los estereotipos de lo que significa “ser hombre o ser mujer”, a detectar las conductas
sexistas (Facio, 1992), a deconstruir la sociedad patriarcal, a resistir a la
“dictadura de género” impuesta y sacralizada por la religión cristiana. La teoría de género y
su respectiva perspectiva, no es como muchos hoy creen, que es un esnobismo, sino que es un
posicionamiento que tiene conciencia del estado de subordinación que ocupa la
mujer con respecto al varón en los diversos ámbitos de la sociedad, y que a su
vez los textos bíblicos reproducen en
sus contenidos ese estado de subordinación
Por la naturaleza de este
trabajo, la teoria de género se presenta como
un marco conceptual que facilita la decostrucción de las narrativas
cristianas para develar los modelos patriarcales que aparecen en el discurso
bíblico, a fin de desnaturalizarlos y desacralizar las relaciones de poder que
los sustentan. En consecuencia, los hombres y mujeres que se acercan al texto
bíblico desde esta perspectiva, buscan rescatar los aspectos emancipadores
invisibilizados y cuestionar las relaciones de desigualdad de género que son parte de las narraciones
bíblicas. Por eso las sospechas y las preguntas de aproximación al texto se
construyen desde esa mirada: ¿Cómo es la relación de poder entre hombres y mujeres? ¿Qué estereotipos se
encuentran? ¿Cómo opera el factor religioso? ¿Qué modelo de sociedad refleja el
texto? ¿Hay transgresión de género dentro del texto? (Cardoso, 1998).
5.
ANÁLISIS
E INTERPRETACIÓN DE LOS HALLAZGOS
-
No es suficiente con tener leyes
igualitarias. En una cultura patriarcal una ley puede estar redactada de manera
que dé un trato igualitario a hombres y mujeres, pero su aplicación se hace de
manera diferenciada desfavoreciendo a la mujer.
-
Las sociedades patriarcales arrojan al
silencio a las mujeres. La sociedad patriarcal otorga el derecho de la palabra
sólo a los varones, mientras que las mujeres deben guardar silencio, carecen de
discursos su opinión no vale, no se pueden defender.
-
Las sociedades patriarcales
“naturalizan” las injusticias. En este tipo de sociedades las mujeres pueden
cometer adulterio “solas”, sin la presencia de un hombre y ser juzgadas por hombres que encubren a otros hombres.
-
La violencia contra la mujer es legal en sociedades patriarcales .La
violencia es parte de la lógica de sociedades sexistas, en las cuales las
mujeres son maltratadas físicamente, psicológicamente, religiosamente e incluso
pueden ser asesinadas “legalmente”.
-
En las sociedades patriarcales las leyes
tienen rostro de varones. En un juicio donde las leyes y su interpretación; los
acusadores, jurado y verdugos estén representados por varones, y donde la mujer
no existe como sujeto, sino como objeto, el veredicto es una profecía
autocumplida.
-
Jesús fractura la hegemonía del patriarcado.
Es posible que varones, nacidos en sociedades, patriarcales, rompan la
hegemonía sexista de su cultura con masculinidades alternativas, lo cual
muestra que dicha cultura puede ser un condicionante, pero no determinante.
-
Jesús un varón “sororal”. Una
masculinidad alternativa se expresa en la solidaridad del silencio con las
mujeres que les han cercenado la palabra, en compartir no la narrativa
hegemónica, sino la flaqueza de quienes no tienen voz.
-
Jesús rompe el silencio de las víctimas.
Una masculinidad alternativa devuelve la palabra a las mujeres a las que les
fue arrebatada, y es capaz de dialogar
sin juzgar para propiciar nuevos caminos de igualdad y justicia.
Conclusión
En
una realidad dominada por varones y organizada de manera patriarcal, es
imperativo colocarse los lentes de género y posicionarse desde una metodología
que permita analizar las instituciones, las leyes, la política, la religión,
las relaciones interpersonales, la sexualidad y hasta la Biblia con otras
miradas, capaces de, deconstruir y develar las desigualdades de género que
subyacen, incluso, en narrativas que pretenden ser emancipadoras.
Pero
así, como es necesario y urgente el posicionamiento crítico ante un mundo
desigual, también lo es visibilizar las posibilidades de quebrar el discurso y
practicas hegemónicas, que tantos hombres y mujeres puedan tomar conciencia de
las desigualdades que los deshumanizan y propiciar nuevo caminos
emancipatorios.
La Biblia es a las
mujeres y a los hombres lo que la tierra es al campesino, es una tierra para
ser trabajada y cultivada, muchas veces desértica, difícil, pantanosa, pero
también con lugares fértiles y fecunda, por eso el trabajo de interpretación
bíblica es tan arduo como el de trabajar la tierra y exige esfuerzo,
determinación y placer para cultivar frutos liberadores que contribuyan a
transformar las relaciones sociales de género.
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