Todo tiene su tiempo, y todo lo que se
quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer biológicamente y culturalmente;
tiempo de morir por una bala empobrecida, por hambre o por la falta de agua
para lavarse las manos; tiempo de plantar esperanzas, sueños, utopías; y tiempo
de arrancar el pesimismo, la apatía y el sin sentido;
tiempo de matar los
odios, las amenazas y la intolerancia; y tiempo de curar los desaciertos del
pasado y las irracionalidades del presente; tiempo de destruir xenofobias,
racismos y el patriarcado; y tiempo de edificar sociedades inclusivas, justas y
compasivas;
tiempo de llorar por
la impotencia, la rabia y la injusticia y tiempo de reír por los pequeños logros
con los amigos/as y a carcajada; tiempo de endechar ante la carencia de
derechos, y tiempo de bailar en los desiertos al son de la música libertaria de
la madre África;
tiempo de esparcir
proyectos, afectos, resiliencia y sabidurías; y tiempo de juntarlas en acciones
históricas concretas; tiempo de abrazar la vida en la cuarentena de las
incertidumbres; y tiempo de abstenerse de abrazar y mantener un distanciamiento
social y ético de todo aquello que atente contra la dignidad humana;
tiempo de buscar
salidas, opciones, alternativas y caminos; y tiempo de perder los miedos, la falta
de fe y la apatía; tiempo de guardar gestos, memorias y encuentros que
humanizan; y tiempo de desechar el fetiche de sistemas totalitarios;
tiempo de romper el silencio
y tiempo de coser pensamientos con sentires para tener una gran manta global;
tiempo de callar discursos demagógicos cuya saliva extermina a millones de
desechados; y tiempo de hablar como pueblos, como sujetos y no como esclavos;
tiempo de amar sin
convertirse en mercancía sexual y tiempo de aborrecer los fundamentalismos, la
estupidez y la terquedad; tiempo de guerras pandémicas, y tiempo de paz confinada
y exiliada.
TODO TIENE SU TIEMPO, Y TODO LO QUE SE QUIERE DEBAJO DEL CIELO TIENE SU HORA.