La neblina migra detrás de las verdes faldas, las manos se trenzan procurando ahuyentar el pesado frio de la alborada, para despertar al sol que ahora duerme demás, y sus rayos calientan un poco menos.
El tiempo expande sus días y noches con la multicoloridad de cada nuevo año, con las alforjas rebosando de planes, y las fuerzas para correr tras ellos, porque la vida está por hacerse.
La inexorable muerte resucita de pronto cual huracán indómito dejando tras de si una espesa nube de sinsabores que moja la existencia con tormentas de preguntas y avalanchas de vacíos cuestionadores.
El andar de los agricultores que siembran sueños inalcanzables, esperanzas vivificadoras, podadores de jardines marchitos, susurran de abrazos globales, de calores intensos hoy, cuando nuevamente el frio hace hervir la vida.
