Un día más con sus mismos grises, y más sinsabores. Sus carreras a galope y paradas estrepitosas, El pesado fango debilita cada pisada Cuando atravesar volando quieres el valle de huesos
Amanecer sin colores ni memorias gratas, esperando que un rayo de flores germine, se cuele por las grietas de la lluvia que resfría, ilumine de misericordia las oscuridades domésticas.
Todo comenzó a moverse, Nada se quedaba quieto, Movimientos que aturden, confunden inclemente el orden, El piso desliza sus soportes, El techo se desploma a pedazos, Las salidas cierran candados,
El fantasma deambula por la ciudad, ¡Quédate en casa, es la proclama! ¿Cuál casa? ¿Cuál quédate? Conviviendo con el verdugo, 24 horas con el depredador, 7 días de terror, 5 meses de miedos, 6 metros cuadrado de pánicos,
Cuarentena de amenazas “voluntarias”, Distanciamiento que los golpes no respetan. Necesidades que esclavizan, Interrogantes que me toman por asalto, Seguridades que se fragmentan en el roció,
Espantos que no emigran, Miedos que nos abrazan, Verdugos que acechan, Convivencias forzadas, Rabias ocultas tras sonrisas de impotencias.