Rostros que miran a ninguna parte, Que buscan olores o simplemente sabores, Escudriñan las profundidades plásticas, Que albergan residuos de placeres saboreados,
Apaciguando la vacuidad de un estómago que grita, de un esófago despejado y sin tránsito. Rostros juveniles que deambulan en unidad, Orientados por el sin sabor de sus pupilas gustativas.
Marcados por los disparos de miradas que invisibilizan, En cada esquina, en cada tumulto esparcido, La vergüenza ha huido, la sobrevivencia Permanece. Es el día a día con sus Iluminadoras oscuridades.
Rostros curtidos de sol, polvo, grasa y sospechas, A la deriva por las arterias de la gran ciudad Con sus gigantes de concreto amenazantes, Tocando las nubes, rozando el cielo, Testigos de la solidaridad de miserias y Carencias, de los bocados y migajas compartidas.
Rostros que miran Rostros juveniles Rostros curtidos.