Tus ventanales inmensos, coloreados de arcoíris de chocolate, enmarcados dentro de finas y delicadas líneas semicurvas, se ocultan tras las grandes persianas, que en cada abrir y cerrar develan los universos que conviven en la fuente de tu mirada.
Tus labios cual mar profundo, extensos e indomables, invitan al naufragio voluntario, al rose cómplice, al toque calmado pero eterno, al encuentro cercano, a la distancia de un beso leve, al abrazo que me hace volar
Tu andar firme se acompaña de sonrisas amigas, tu cuerpo se mueve al ritmo de tus sueños libertarios, la miel de tu piel te arropa de dulzura que no empalaga, me hablas y ya no hay espacios sombríos, no hay grises ni vacíos, ni distancias.