INTRODUCCIÓN
En el siguiente ensayo hago una lectura de la situación socio política que vive Venezuela sobre la base de la manifiesta rebelión que el actual proceso político ha asumido de no gobernar para favorecer los dictámenes de los grandes centros de poder en el exterior, y las élites dominantes que hacen vida en el territorio nacional. Al contrario ha hecho una clara opción por los no-personas quienes por años sobreviven de las migajas que caen de las grandes mesas de los poderosos. Esta actitud transgresora de lo establecido viene a generar un verdadero escándalo que ha despertado diversidad de reacciones que traspasan las fronteras del país.
En este sentido abordaremos cómo esta escandalosa manera de pensar la sociedad ha dado paso a nuevos sujetos emergentes, que a su vez han creado profundas tensiones entre sus intereses y los intereses de la clase dominante. Finalmente compararemos sucintamente la realidad venezolana con el éxodo bíblico solo para iluminar nuestro caminar desde esta experiencia tan significativa para el pueblo hebreo.
I. LA NUEVA SUBJETIVIDAD: LOS EXCLUIDOS TOMAN LA PALABRA
Venezuela, al igual que toda América Latina, ha experimentado las incongruencias de políticas gubernamentales que, a su vez, reflejan un modelo de sociedad, que ha generado groseros estados de desigualdad, donde unos pocos gozan de grandes privilegios y una gran mayoría carece de lo más necesario para la supervivencia. A lo largo de toda la historia “democrática” del país, la participación de esta gran mayoría estaba circunscrita a asistir cada cinco años a depositar un voto por uno de los candidatos impuesto por los partidos tradicionales, y manifestar así “democráticamente” su aporte en los destinos de la nación.
Como en muchos países del Tercer Mundo, los sectores populares de Venezuela no figuraban en las agendas de los proyectos políticos como sujetos capaces de crear y construir sus propios destinos, al contrario quienes manejaban el poder y controlaban los escenarios políticos utilizaban a los pobres y su pobreza exclusivamente para sacarle provecho en las candidaturas presidenciales. Los que decidían qué, cómo y cuándo y para quién se gobernaba en el país eran los grupos de mayor poder económico en conchupancia con la clase política alineada con los intereses de la minoría opulenta. Las clases menos privilegiadas estaban subordinadas a las decisiones de los centros de poder del país. De esta manera los intereses de quienes habían sido arrojados a la periferia de la vida, no contaban a la hora de diseñar las políticas socioeconómicas y mucho menos para la redistribución de las riquezas generadas por el estado.
Hoy nos encontramos ante una subjetividad emergente y transgresora que está planteando una propuesta de sociedad desde el reverso, y no desde la oficialidad impuesta y sostenida por quienes históricamente han creado y legitimado el abismo social en el que se encuentra el país. Ahora la historia se quiere escribir al revés, desde la perspectiva del pobre, del no-persona a quien se le ha negado su dignidad, su derecho a ser gente, a quien se le ha pisoteado como portador y portadora de la imagen del creador. Asumir la vida desde esta perspectiva, por supuesto que es una “locura”, porque se opone a la lógica del sistema dominante, del status quo, y violenta los intereses de los idolatras de las riqueza y el poder. Releer la historia desde esa perspectiva socava las bases mismas que sustentan la organización injusta de nuestra sociedad y es una amenaza que se trata de detener a cualquier costo.
Los grupos excluidos por excelencia tales como mujeres, campesinos, asalariados, indígenas, pobres, etc., están desconstruyendo el imaginario ideológico que les asignaba un papel de resignación social y asimilación acrítica de la realidad impuesta. El nuevo marco constitucional le ha dado herramientas de empoderamiento a los nuevos sujetos que desde las periferias y la base de la pirámide social han comenzado a hacer sentir sus voces, y a fortalecer el movimiento popular, el cual esta permeando todos los tejidos y escenarios de las clases menos privilegiadas. Esto por supuesto produce conflictos, enfrentamientos, despertares, inestabilidad, cuestionamientos. En una sola palabra: CRISIS.
II. LAS TENSIONES IDEOLÓGICAS: TODOS SOMOS IGUALES, PERO HAY UNOS MAS IGUALES QUE OTROS
La manera como interpretamos la realidad, las circunstancias, los hechos, la historia, en fin nuestra cosmovisión, va a determinar nuestras opciones, actitudes y estructuras de pensamiento. La ideología dominante se ha encargado de falsear la realidad presentándola como justa y necesaria, y disimula las contradicciones y consecuencias nefastas que el modelo impuesto acarrea. Ideológicamente se esconde mostrando con el propósito de someter y domesticar a las clases subalternas. Quienes ostentan el poder pueden con mayor facilidad imponer su cosmovisión e ideología a quienes carecen de el y fortalecerlo a su antojo, a fin de que legitime las propuestas elaboradas desde la cúspide social.
A lo largo de estos 40 años, Venezuela se ha conformado con seguir las pautas que las políticas exteriores norteamericanas han adoptado para América latina. Los EE. UU, históricamente, se han autoproclamado como el modelo perfecto de sociedad que el resto del mundo, en especial Latinoamérica, deben buscar. De allí que no era difícil asumir las recomendaciones directas o indirectas que tenían como epicentro a Washington. Así durante los primeros 40 años de democracia, quienes gobernaron al país tuvieron a bien hacerlo de tal manera de no contrariar los intereses de la sociedad modelo
Con la caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín, los EE. UU se convierte en el país más poderoso del mundo. Y el poder para los gobiernos norteamericanos se traduce en la capacidad de controlar, dominar e imponer sus intereses ideológicos. En los últimos años los EE.UU. han evidenciado que la política del destino manifiesto sigue tan vigente hoy como hace algunas décadas, y aun, de manera más sofisticada. La convicción de que su manera de interpretar y organizar al mundo es la mas apropiada y justa, ha hecho que la política exterior norteamericana tenga como propósito la extensión de este ideal salvífico a todo el mundo. Pero quienes vivimos en América Latina sabemos que EE.UU. ha hecho del mundo un sistema solar, donde ellos son el astro rey, y el resto de los países satélites y planetas que giramos en torno a sus intereses.
En la coyuntura actual la lógica de sociedad que se quiere imponer se puede resumir en un modelo económico neoliberal, que para nada favorece a quienes se encuentran en los sótanos de la estructura social, al contrario alimenta y fortalece el gran abismo entre quienes más tienen y quienes carecen de todo. Un modelo donde la vida se subordina a la competencia, el libre mercado se convierte en un dios, y los países del tercer mundo en cementerios sociales de execrados y excluidos de la vida. Este modelo exige que desde el ámbito religioso se sustente y sacralice la propuesta con su silencio y con la promoción de una fe alienante y domesticante. Es la fe que se encierra en dogmas, discusiones escolásticas y que su accionar no va más a allá de colocar aceites y sobaditas en las profundas heridas que deja en el pueblo este modelo deshumanizante y excluyente. La iglesia llega a ser el justificador divino de un proyecto de muerte que es contrario al proyecto del Reino de Dios. En este modelo de sociedad es conveniente una iglesia que no anuncie ni denuncie, sino que renuncie a su papel como portavoz de los pobres y se somete a los susurros de los poderosos.
Toda propuesta que no lleve los signos y elementos de la ideología imperante, es una postura digna de ser catalogada como anormal y peligrosa, ya que atenta contra el status quo es bueno y deseable. No es fácil para quienes están en las cúpulas sociales entender que su bienestar, directa o indirectamente es el resultado de una relación de injusticia social, y que es una necesidad urgente revertirla, si se quiere una sociedad donde quepan todos y no un grupito de privilegiados. Estamos ante dos manera opuestas de ver la sociedad, las cuales han entrado en conflictos evidentes, pero necesarios. Ver la realidad desde abajo hacia arriba nos hace descubrir y sentir situaciones antes presentes pero no internalizadas. Es la lógica de revertir los órdenes, los sistemas, la manera de pensar, de creer, de vivir. Es sospechar de todo lo que nos venden como bueno pero que al final resulta ser un atentado contra la vida.
Atreverse a disentir hoy es una necesidad que no puede ser aplazada por temores, o sobornos sociales. Nuestra sociedad esta injustamente organizada, y a la vez diseñada para que funcione a favor de unos pocos, y para que los muchos crean que todo esta bien. Hoy el paradigma de sociedad esta en entredicho y es objeto de profundos cuestionamientos por los sujetos que han emergido desde la exclusión para dejar oír su voz. La irrupción de los grupos emergentes está evidenciando la irracionalidad de la lógica impuesta unilateralmente, y a su vez está derrumbando el mito de que los pobres son incapaces de revertir el modelo introyectado ideológicamente.
III. EL ÉXODO VENEZOLANO: TRANSITANDO POR LAS SENDAS DEL DESIERTO
La historia del éxodo bíblico es un paradigma que por excelencia ayuda a reinterpretar nuestra realidad a la luz de esa intervención de Dios en la historia de un pueblo oprimido. El Éxodo no es sólo el acontecimiento puntual de la salida del pueblo hebreo de la dominación egipcia, es todo el proceso histórico que partir de ese evento se comienza a construir, con sus aciertos, desesperanzas y contradicciones.
El pueblo venezolano ha estado inmerso en una situación de sometimiento ideológico que no le ha permitido discernir los estados de opresión y dominación a los cuales ha sido sometido tanto por factores externos como internos. Las clases empobrecidas por muchos años asumieron la tesis de los dueños del poder: que la vida ya estaba hecha y lo único que nos tocaba era vivirla en las circunstancias que la providencia nos había destinado a cada uno. Es decir, vivir a la sombra de quienes se autoproclamaron los sujetos históricos por excelencia y hasta se pensó que los dueños del poder querían prestarnos ayuda pero que nuestra limitaciones congénitas no permitían que esa ayuda se concretar y estropeábamos todo esos esfuerzos.
Mientras razonábamos de esta forma era imposible iniciar algún proceso de independencia ideológica que comenzara a trastocar el modelo de sociedad imperante. A partir de 1999 las clases en estado de exclusión y marginación comienzan a cuestionar el modelo de sociedad que les habían vendido como ideal. Toman conciencia de su condición de oprimidos, se percatan de las situaciones de injusticia a las que han sido arrojados y asumen la tarea de deslastrarse y desmontar la condición a la cual habían sido destinados. Romper con el modelo social imperante y establecer un nuevo contrato social se convierte en la tarea principal de este pueblo que despierta y se rebela contra el status quo.
Pero las situaciones de opresión y esclavitud domestican las conciencias y pervierten la identidad de los pueblos, y se hace necesario un reaprendizaje de quienes somos, que queremos, y hacia donde vamos. No es suficiente con tomar conciencia de las realidades de injusticias que se experimentan, es necesario plantearse caminos de liberación que conduzcan hacia la construcción de mejores relaciones como seres humanos. Así como no es fácil para el preso que lleva más de 20 años en una cárcel asumir la libertad sin miedos, para los pueblos que han estado bajo sistemas de opresión la idea de la liberación genera muchas esperanzas pero también muchos temores. Venezuela está transitando un éxodo, de eso no hay dudas. Esta saliendo de un modelo de sociedad, que curiosamente se construyó durante los últimos 40 años, y los temores de atreverse a cuestionar lo establecido es parte intrínseca del proceso. El ser humano puede acostumbrarse tanto a la esclavitud que la libertad se interpreta como una amenaza. Por eso, cuando el pueblo de Israel decidió salir de Egipto, algunos optaron por quedarse, sin duda alguna los que sin perder su condición de esclavos gozaban de mayores privilegios. Aquellos que se hicieron egipcios ideológicamente y vendieron su identidad por menos trabajos y logros personales.
Todo proceso de liberación está expuesto a ser cuestionado no solo por los opresores sino por oprimidos que tienen complejo de opresores, y que asumen posturas mas radicales, en ciertos casos, que las mismas clases dominantes. Los venezolanos estamos ante el mismo fenómeno, la gran mayoría del pueblo empobrecido ha decidido romper con los lazos de opresión y esclavitud que el modelo impuesto ha creado, mientras que un pequeño grupo ha preferido mantenerse al lado del viejo modelo y replegarse a la posición de los dueños del poder.
Una vez en el desierto el pueblo hebreo comenzó a manifestar muestras de cansancio y desesperación. Algunos comenzaron a recordar “lo bien que la pasaban en Egipto, y de las ricas comidas que tenían”. La deserción comenzó a hacerse parte también de la caminata hacia la liberación.
El proceso venezolano experimenta como cualquier otro, estados de desaliento y abandono por parte de quienes sienten que aun sus expectativas no han sido satisfechas. Pero se puede decir, que en la mayoría de los casos son procesos de autocensura que por un lado nos ayudan a ser más críticos ante lo que se dice y hace; y por el otro a aceptar que muchos interpretan que la salida- el Éxodo- ya es la liberación, y no el primer pasó hacia la tierra prometida.
A penas estamos comenzando a transitar el camino por el desierto, el cual nos invita a ser constructores de la vida y de lo que queremos. El desierto es escuela que nos enseña, por medio de aciertos y fracasos. El desierto es lo que esta delante, como sitio inhóspito y lleno de peligros, pero también es la senda que conduce a la libertad y a los sueños por muchos años negados. Regresar a Egipto es una posibilidad que cada día los opresores nos dibujan con más belleza y colores. Nos muestran de manera ampliada los peligros y fallas que el desierto propicia, y las maravillas que hemos dejado atrás.
Ante estas propuestas muchos sucumben. Pero para quienes ya la esclavitud es cosa del pasado, y la libertad se presenta delante, independientemente de los riesgos y fracasos que se puedan cometer, regresar no es ni una posibilidad ni una opción. Añorar el pasado es morir, pero marchar por el desierto construyendo los rumbos hacia la vida se convierte en la razón de continuar caminando. Los egipcios seguirán detrás esperando cualquier error para llevar a los pueblos que han tomado conciencia a nuevas situaciones de esclavitud, y los conflictos muchas veces se agudizaran, pero la vida con todas sus oportunidades de plenitud está más allá del desierto.
CONCLUSIÓN
Venezuela se ha convertido literalmente en una piedra en el zapato para los centros de poderes foráneos e internos. Es un mal ejemplo que otros pueblos pueden comenzar a imitar si no se detiene esta irracionalidad a tiempo. Los sectores pudientes que aun mantienen el poder en diversos escenarios han enfilado todas sus armas contra el proceso que protagonizan las clases más empobrecidas a fin de neutralizar su avance y logros. Los anónimos sociales han tomado la palabra y no la quieren soltar, y han dejado el silencio impuesto para luchar por relaciones mas justas de convivencia.
Venezuela atraviesa hoy por un fenómeno sociopolítico que nos está obligando a replantear desde abajo la sociedad que tenemos y a propiciar modelos alternativos que se ajusten más a las necesidades e intereses de las clases más desfavorecidas, a fin de estrechar el abismo inhumano que divide a ricos y pobres y establecer relaciones mucho mas justas que las que hemos tenido hasta ahora. El desafío es asumir los aciertos y errores que la difíciles condiciones del desierto puedan generar, no para detenerse o declinar en la marcha, sino para seguir avanzando hacia la vida que los lumpen hoy tienen por delante con sus sueños y utopías.